Por Édgar Escamilla
Papantla, Ver.-Cocinar con las manos y con el corazón es el secreto de las “Mujeres de humo”, cocineras tradicionales que buscan a través de la difusión de la comida típica regional del totonacapan recuperar lo que para ellas es un espacio sagrado.
“Desde que nací fui cocinera”, recuerda Martha Gómez Atzin, representante de las “Mujeres de humo”. En la cocina, las abuelas y las madres totonacas parieron, criaron, hicieron su vida y murieron, comenta.
Con el sentimiento a flor de piel, añora a su abuela, Soledad Atzin Cruz, quien se convertiría en una madre para ella. Fue quien le enseñó el arte de cocinar y quien le inculcó el amor por la cocina, un espacio desvirtuado en las sociedades contemporáneas.
De San Pablo a Totomoxtle, de Arroyo Grande a San Carlos o en el Palmar, Martha creció entre las mujeres aprendiendo a cocinar. Para ella la cocina es más que una habitación, es un espacio sagrado, el cual “muchas veces pensamos que no tiene sentido”.
“Yo veía que la gente de pronto perdió el sentido de lo que era alimentarse, de lo que era la cocina, le perdió el respeto y me preocupé porque yo admiraba a todas esas mujeres”.
La también embajadora culinaria veracruzana escribió junto con sus compañeras el libro “Mujeres de humo. Recetario de la cocina espiritual totonaca”, el cual fue presentado recientemente en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.
“Mujeres de humo es una frase que nos tomo mucho tiempo transformar”, simboliza muchas puertas cerradas, muchos caminos andados para estas cocineras tradicionales, quienes desde pequeñas fueron enseñadas por sus abuelas y madres entre fogones y braseros.
Este libro busca no solo preservar la cocina tradicional de este rincón de la geografía veracruzana, sino abrirla al mundo para que los pueblos puedan apreciar el sabor de la comida elaborada con el corazón, de la cultura tutunakú.